Gritá, hija.
Que tu voz haga estallar los espejos,
y exploten en pedazos
bañados de sangre.
Abrazate, mujer
tan fuerte que te sientas adentro tuyo
y desde ahí seas vos la que determine
quién sos,
cómo sos,
qué decís,
qué pensas.
Vomitá tornados de furia,
que los vientos intenten alcanzarte.
Invocá al fuego, mujer
y como su aliada, elevate.
Gritá, mujer,
con el puño, con el cuerpo.
Gritales
para entiendan que tus pies
obstinados
están echando raíces.
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